sábado, 22 de octubre de 2011

Unity and Diversity in the Body – A paraphrases of I Corinthians 12:12-26

12 Just as a body, though one, has many parts, but all its many parts form one body, so it is with Christ. 13 For we were all baptized by[c] one Spirit so as to form one body—whether clergy or lay, staff or volunteers, bosses or employees—and we were all given the one Spirit to drink. 14 Even so the body is not made up of one part but of many.

15 Now if the teacher should say, “Because I am not a community organizer, I do not belong to the body,” it would not for that reason stop being part of the body. 16 And if the communicator should say, “Because I am not an advocate, I do not belong to the body,” it would not for that reason stop being part of the body. 17 If the whole body were an advocate, where would the interpretation be? If the whole body were a community organizer, where would the education be? 18 But in fact God has placed the parts in the body, every one of them, just as he wanted them to be. 19 If they were all one part, where would the body be? 20 As it is, there are many parts, but one body.

21 The activist cannot say to the evangelist, “I don’t need you!” And the staff cannot say to the parishioners, “I don’t need you!” 22 On the contrary, those parts of the body that seem to be weaker are indispensable, 23 and the parts that we think are less honorable we treat with special honor. And the parts that are unpresentable are treated with special modesty, 24 while our presentable parts need no special treatment. But God has put the body together, giving greater honor to the parts that lacked it, 25 so that there should be no division in the body, but that its parts should have equal concern for each other. 26 If one part suffers, every part suffers with it; if one part is honored, every part rejoices with it.

My own psalm of lament

My God, my God, why have you betrayed me?

Why have you let this happen?

The one I serve and protect has turned against me.

After I looked for his interests he abandoned me.

He stabbed me and turned the knife inside my guts.

Those who I lead despise me.

They try to take me down.

They don’t find fault in the work of my hands

And they turn to question my integrity.

I’m denied my right to confront them.

Without any knowledge they invent my story.

Others are talking about my life

But I’m not allowed to talk.

My God, my God, why did you bring me here?

I’ve called you and you have been silent.

I’ve asked you to take me away

And you have not responded.

You are all mighty and the power belongs to you.

You know I didn’t want this. I just wanted to teach.

You know I wanted to leave. It didn’t have to be like this.

My God, my God, come to my rescue.

Open the doors that I may leave.

My Lord, I belong to you.

Wherever you take me, please keep me whole and help me live.

sábado, 5 de febrero de 2011

Belated reflections about my class in Brazil




Poco más de seis meses después de mi regreso de Brazil por razón del curso Religiones, Culturas y Liberación en Brazil todavía trato de integrar las experiencias vividas allá al ministerio acá. Durante las tres semanas que pasé en Brazil (29 de junio al 19 de julio de 2010) visitamos distintas iglesias, teólogos, instituciones sin fines de lucro, organizaciones gubernamentales y comunidades. Aprendimos sobre las dinámicas entre los distintos grupos étnicos y su herencia cultural, sobre distintas teologías, sobre cuestiones de derecho a la tierra y al trabajo, sobre violencia y clases sociales. De todas las actividades que hicimos durante ese tiempo la que más me impresionó fue la visita a la Favela La Providencia.

Una favela es una comunidad organizada espontáneamente por sus habitantes que tomaron las tierras de una montaña para tener donde vivir. La favela La Providencia fue la primera favela en existir en Río de Janeiro organizada hace aproximadamente 100 años por soldados que regresaron de una guerra esperando su recompensa ofrecida por el gobierno. El gobierno no cumplió su promesa de darles tierras y ellos se establecieron en una montaña llena de árboles llamados favelas. Los soldados trajeron mujeres que habían tomado como prisioneras de guerra y fueron ellas las que fundaron la primera capilla en la favela La Providencia. Hoy día hay aproximadamente 1,000 favelas en Brazil y son comunidades que viven en pobreza pero organizándose para obtener lo que como comunidad necesitan. Algunas de ellas están “camuflajeadas”, todas las casas pintadas del mismo color cortesía del “Lord” de las drogas en esa comunidad para confundir a las autoridades que no pueden distinguir unas casas de las otras.

Nuestro recorrido por La Providencia fue dirigido por un líder comunitario, fotógrafo de profesión y muy respetado por el vecindario. Entre otras cosas, nos mostró la “casa amarilla”, una casa de su propiedad que él ha dedicado al desarrollo de la comunidad. En ella se ofrecen talleres de fotografía y de otras destrezas. La casa también sirve como biblioteca para la comunidad. Durante nuestra visita conocimos a una niña que vino a cambiar el libro que ya había terminado de leer por uno nuevo.
En uno de los murales de la comunidad se exhibían los nombres de tres adolescentes víctimas de las tensiones entre favelas, motivadas por el narcotráfico. Es común que la policía tome como rehenes personas de una favela, les pida dinero por su liberación, y si ellos no pagan, la policía los entrega a la favela enemiga para su ejecución. Estos tres adolescentes, ninguno de los cuales era usuario de drogas y uno de ellos siendo primo de nuestro guía, fueron tomados por la policía. Por supuesto ellos no tenían dinero para pagar por su liberación y fueron entregados a la favela enemiga. Varios días después sus cuerpos fueron encontrados en un basurero con signos de haber sidos torturados. Uno de ellos tenía unos 19 balazos en el rostro. Como muestra de su indignación miembros de la comunidad tomaron la bandera de Brazil que ondeaba sobre la estación de policía en el tope de su montaña y corrieron con ella escaleras abajo hasta sacarla de su territorio. El mural fue creado para honrar la memoria de estos tres jovencitos que no merecían morir.


Esta conmovedora historia produce indignación. Son complejas las raíces de estos males sociales que cobran las vidas de niños y adolescentes. La historia de Marcos, David y Wellington no es un incidente aislado. Historias como esta son recurrentes en las favelas de Brazil. Una de las actividades de nuestro itinerario fue suspendida por causa de una balazera ocurrida entre favelas contrarias que cobró la vida de varios niños algunos de los cuales participaban de los talleres de música y baile de la institución que visitamos unos días antes.

Ante esta realidad, ¿qué hace la iglesia de Cristo? La iglesia ha sido llamada a oponerse a los poderes y principados de este mundo siguiendo el ejemplo de Jesús que volteó las mesas del templo para denunciar la opresión y la injusticia. Jesús pagó con su vida y en su resurrección nos dio vida para que la arriesguemos por él y por un mundo justo que refleje la realidad de que el reino de los cielos entre nosotros está. La iglesia en Brazil ha dado ejemplo al mundo de organización de comunidades de base para levantarse en contra de los poderes de este mundo. Mientras pensaba en estas cosas mirando hacia la bahía con mis ojos humedecidos me preguntaba dónde están las favelas en Louisville, dónde están las favelas en San Juan, dónde están las favelas en cada ciudad y qué estamos haciendo las personas cristianas para salvar la vida de jóvenes como Marcos, David y Wellington.
Es mi oración que Dios nos dé las fuerzas para ser una voz profética donde quiera que nos encontremos y que seamos agentes de Su paz.